-¡¿Que has
hecho qué?! – me quedo con la boca abierta aún con el teléfono
en una mano y la bolsa de macarrones en la otra.
-No sabía que decirle – consigue
responder Estefi entre sollozos – En ese momento me he dado cuenta
de que no estaba preparada, así que le he dicho que no.
-Pero si esta mañana parecías segura,
¿por qué ahora no…?
-Pues porque tu estúpido ex ha
mencionado a Juan y algo sobre que va a volver. Eso me ha llenado de
dudas Ana.
-¿Y por qué no le has pedido un
tiempo?
-¡¿QUÉ?! – Estefi parece
escandalizada por mi proposición y me tengo que alejar el teléfono
del oído para que no me deje sorda – Ana, eso fue lo que me dijo
Juan antes de dejarme. ¡No podría pedirle tiempo a nadie! Y menos a
Álex.
-Estefi, si se lo explicaras creo que
lo comprendería.
-No. Tú no has visto su cara, verlo
así me ha... roto...
Pero Estefi no puede terminar su frase.
Comienza a llorar con fuerza.
-No, Estefi yo... No llores... Verás
como... Para, por favor – entre sollozo y sollozo intento
tranquilizarla, pero es imposible.
Entonces un timbrazo en el móvil hace
que me sobresalte.
-Estefi espera, tengo otra llamada.
Pulso el botón para hablar con la otra
persona y noto como se me cae el mundo sobre la cabeza.
-Hola, Álex – contesto, dudando.
-Si no estabas segura, ¿por qué me
dijiste que se lo dijera? ¿Y cómo sabías lo que siento por ella?
-Lo segundo, se te notaba. Lo primero,
- suspiro sin saber que decirle ahora al chico ya que, en parte, es
mi culpa – lo siento, Álex. Anoche y esta mañana parecía
convencida de que sentía algo por ti pero... Lo siento tantísimo,
Álex.
-¿Que estaba segura? Pues no lo
parecía cuando me ha dicho que lo sentía y que aún no estaba
preparada.
-Lo sé, Álex. Todo ha sido por culpa
de Adrián. Cuando ha dicho que Juan iba a volver... Bueno, Estefi no
sabe que pensar de eso.
-Pues si aún siente algo por Juan no
podría estar tan segura de que siente algo por mí hace menos de...
-¡Para de una vez, Álex! ¡Si quieres
saberlo todo con detalles llámala a ella, no a mí!
-¿Ana? ¿Qué hablas? - me quedo
petrificada - ¿Estás hablando con Álex? ¿Qué dice?
-Odio mi móvil - digo dejándome
resbalar por la pared – Llámalo, por favor. A mí me está
poniendo de los nervios.
Me separo el móvil de la oreja y
cuelgo ambas conversaciones, de Álex ni me despido. Mi móvil me la
ha vuelto a jugar, otra vez. Ya es la segunda en esta semana que
mezclo más de una conversación. Definitivamente, tengo que
comprarme otro rápido.
Miro el reloj del móvil, son las seis
de la tarde. Por otro lado, le dedico una rápida mirada a la bolsa
de macarrones que tengo preparada en la mano. He perdido el apetito.
Me levanto y recojo la cocina sin terminar de cocinar. Después
garabateo una nota a mis padres en la que les digo que ni se les pase
por la cabeza despertarme y me subo a mi habitación a dormir lo que
queda de este desastroso domingo de octubre.
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