Entro en Green Rule y, tal y como
esperaba, sólo hay una mesa ocupada. Dos chicos, uno con gorra y
gafas de sol, observan y discuten sobre el menú. Me acerco con
cuidado y tapo los ojos del que está de espaldas a mí.
-Hola Ana – me saluda Josh.
Álex se ríe y aparta mis manos de sus
ojos.
-Hola Josh – lo saludo, sonriente. Me
siento en la silla vacía que hay y le lanzo una mirada de reproche a
Álex – Que mal le estás enseñando.
-Sabes que odio ese jueguecico de
taparme los ojos. Josh sólo intenta ayudarme, ¿verdad, Josh?
Josh ríe y ambos se chocan las manos.
-Supongo que tú estás detrás de
todo, ¿no?
-¿Te refieres a que si soy culpable de
haber respondido a un mensaje de Twitter y de querer verte sonreír
como estás haciendo ahora? Sí, soy yo el culpable.
-Gracias – me estiro y le doy un
abrazo. Me percato por el rabillo del ojo de que Josh nos mira, así
que me giro y hago los mismo con él – Y a ti también.
-¡Fiesta de disfraces! - exclama Álex,
dejando caer un folleto sobre la mesa.
-¿Me ves con cara de querer ir a
cualquier fiesta? - pregunto, echando un vistazo a un papel
multicolor en el que salen decenas de jóvenes disfrazados.
-Josh va a ir – dice encogiéndose de
hombros.
Miro a Josh, interrogante.
-Me voy el lunes por la tarde.
-Mira Ana. Es sábado. Josh está aquí
y va a ir a una fiesta de disfraces esta noche. Va a haber música,
muchísima gente y hay que ir disfrazado, así que nadie verá esas
horribles ojeras. ¿Qué más? Ah, sí. ¡Tus padres no están en tu
casa y puedes regresar a las tantas! - dobla el folleto y se lo
guarda en uno de los bolsillos de su sudadera – Te recogemos a las
9 en tu casa. Disfrazada.
No puedo discutir, ya que en ese
momento llega la camarera para apuntar lo que vayamos a pedir y, a
partir de ese momento, sólo me centro en comer. Estoy muerta de
hambre.
-¡Ya voy! - grito mientras corro por
el pasillo. Cuando llego a la puerta oigo una música al otro lado de
la puerta y no puedo evitar comenzar a reírme a carcajadas.
Abro la puerta, mientras la
reencarnación de Darth Vader atraviesa el umbral con un móvil en la
mano por el que sale la banda sonora de Star Wars. Me echo las manos
a los riñones, incapaz de parar de reír.
-Eres un friki, Álex – consigo decir
entre risas.
-¿Álex? Ese nombre ya no significa
nada para mí.
De nuevo, más risas. Pero esta vez no
soy yo la única que se ríe. Al otro lado se oye una perfecta risa
que proviene de...
-¿Batman? - el superhéroe con forma
de murciélago me mira con una sonrisa radiante, una dentadura
perfecta. Sólo con el trozo de barbilla que asoma por debajo de su
antifaz me bastaría para reconocerlo, aunque no hubiera hablado
jamás con él. - ¡Ah, claro! Es tu superhéroe favorito.
-¿Cómo lo sabes? - pregunta
atravesando la puerta y entrando en el piso.
-Por favor, - interviene Álex con su
voz distorsionada, igualado perfectamente al del personaje de la
película – no hay absolutamente nada que Ana no sepa sobre ti.
Lo fulmino con la mirada y noto como
mis mejillas comienzan a adquirir un tono rojo.
-¿Has traído lo que te pedí? - le
pregunto, dándole la espalda a Josh.
-Toma – me lanza unas gafas de
aviador de espejo plateadas.
-Gracias – sonrío, mientras me las
pongo. - Y ahora es el momento de la foto.
Saco el móvil y lo pongo encima del
mueble de la entrada. Activo el temporizador y cojo a los dos chicos
de los brazos para situarnos frente al teléfono. El flash deslumbra
a Josh, el único que no tiene los ojos protegidos. Me acerco y miro
la foto.
Perfecta.
Batman, Darth Vader y un piloto de
aviación.
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