Cuando no separamos no puedo ni mirarlo a los ojos. Bajo a
mirada y noto como me ruborizo. ¿Cómo he podido besarlo?
-No debería haber hecho eso – susurro, mientras una lluvia de
palomitas cae sobre nosotros.
-¿Por qué no? - y entonces el que me besa es él.
Nos volvemos a separar y me quedo petrificada, hasta que de
nuevo más palomitas caen sobre mi pelo. Cojo su mano y nos levantamos. Tiro de
él hasta ponernos de pie y corremos hacia la salida. Una marea de chicas
histéricas nos persigue, cargadas de palomitas. Vislumbro al guarda del cine
delante, acompañado por la pareja que salió de la sala. Tiene cara de pocos
amigos y se cruza de brazos delante de mí, cortándome el paso. Suelo la mano de
Josh y, sin dejar de correr, lo esquivo. Con el peso del casco apenas puedo
correr, así que Josh me alcanza sin problemas y es él el que ahora me guía a mí
por calles cada vez más estrechas. Las adolescentes no dejan de perseguirnos.
Por un momento pierdo a Josh de vista y, cuando lo encuentro, está en un
callejón sin salida. Me giro para ver si podemos dar la vuelta, pero las voces
de las adolescentes son cada vez más cercanas. Me doy dos segundos para
recuperar el aliento y entonces miro a Josh.
-Toma - digo dándome el casco – ayúdame.
Señalo un bajo muro que hay en uno de los lados del callejón.
Él arece comprender lo que quiero decir y junta sus manos. Impulsándome en
ellas, subo al muro. Estoy en una pequeña axotea, a la altura de los tejados de
las casas de la calle de abajo. Me asoma, cojo el casco y después las manos de
Josh. Tiro de él hacia arriba. Él se ayuda con los entrantes y salientes que
tiene la pared y finalmente consigue subir. Cuando lo miro no lleva el antifaz.
Se oyen ruido en el callejón, así que nos asomamos y vemos como las
adolescentes entran en tropel.
-¡Mirad, ahí! Ese no es...
-¡Sí! ¡Es Josh!
Todas comienzan a gritar su nombre y a ayudarse una a la otra
para subir. Cojo de nuevo a Josh de la mano y vuelvo a tirar de él hacia los
tejados de abajo. Cuando averigua lo que quiero hacer, monta en cólera.
-¡NO! Ana, ¿qué quieres? ¿Matarnos? - grita mientras intenta
soltar mi mano.
-¿Qué prefieres? ¿Esto o las arpías esas?
Me doy la vuelta. Unas cuantas adolescentes ya han subido.
Así que suelto su mano y salto al tejado de abajo. Josh se lo piensa un
segundo, y después me imita.
-Vamos a matarnos – asegura mientras saltamos al siguiente
tejado.
-Confía en mí – grito por encima del ruido del viento. -
Estas casas sólo tienen dos plantas.
Salto a otro tejado y veo que en el siguiente hay una azotea,
unos cuantos metros por debajo de nosotros. No lo duda y salto. Me giro para
mirar a Josh, que camina hacia atrás.
-¡Maldita sea, Jos! Sé que eres actor y que tienes personas
que salta a los tejados por ti. ¡Pero tú también has hecho escenas de riesgo!
Cierra los ojos y, cuando los abre, corre y salta a la
azotea. Cae rodando y le ayudo a ponerse de pie.
-Sólo con arneses y colchonetas – comenta casi sin aliento.
-Tranquilo, era el último salto – digo.
Corro hacia la puerta que hay en la azotea y la abro de un
empujón.
-¿Qué haces? ¿Sabes de quién es esta casa?
-¡Corre! - me limito a decir cuando una de las chicas se
asoma al tejado de arriba.
Me sigo sin rechistar mientras paso a toda velocidad por
pasillos y habitaciones. En una de ellas, hay una familia cenando. Se quedan
boquiabiertos y nos miran llenos de miedo.
-Perdón, ¿dónde está la salida? - pregunto.
Nadie se mueve. El hombre agarra con fuerza el cuchillo con
el que estaba cortando un filete y su mirada aterrada se convierte en una
mirada amenazante. Justo cuando comenzamos a retroceder, se oye un sonido de
llaves en una de las puertas que hay junto a nosotros. Se abre y aparece un
chico de mi edad, con un perro atado a una correa.
-¡Gracias! - digo tras un suspiro de alivio.
Y, corriendo, atravieso la puerta. Con Josh siguiéndome.
Cuando salgo a la calle estoy un poco desorientada, pero no
tardo mucho en salir del laberinto en el que Josh nos ha metido. Por un
callejón lleno de escalones llegamos a una calle que al fin reconozco.
-La calle de Álex no queda lejos.
-He perdido el antifaz – comenta Josh, acercándose mucho a
mí.
La cercanía me provoca un escalofrío de los pies a la cabeza.
-Toma – susurro, pasándole el caco.
-Gracias – contesta, poniéndoselo.
No puedo evitar reírme al ver a Batman con un casco de
piloto.
-Bueno, ¿y si sigues contándome cosas de ti? ¿A parte de
comer hay algo que te guste hacer? - pregunta con la voz amortiguada por culpa
del casco.
Nuestras manos se rozan, lo que produce otro escalofrío y,
por unos instantes, me quedo sin palabras.
-Voy a clases de teatro.
Josh se detiene un momento, pero por culpa del casco no puedo
ver su expresión.
-¿Quieres ser actriz?
-En realidad, profesora de física. Pero me encanta el teatro.
Estefi estaba apuntada y a menudo iba a ver sus obras. Hasta que me convenció
para apuntarme y ya no era una espectadora, sino que pasé a formar parte de las
obras. El teatro me ayuda a expresar todo aquello que no puedo expresar en mi vida
diaria. Me ayuda a liberarme. - guardo un momento de silencio y finalmente me
detengo - ¡Hemos llegado!
-Se supone que es el caballero el que debe acompañar a la
dama.
-No si el caballero tiene un pésimo sentido de la orientación
y minutos antes ha conducido a la dama a un auténtico laberinto. - sonrío y él
ríe. - ¿Sigues queriendo ir mañana al
parque de atracciones?
-Por supuesto.
-Me paso a las 9 por aquí, ¿vale? No será un problema. Álex
es madrugador, muy madrugador.
-Está bien. Nos vemos mañana.
Se quita el casco y se acerca a mí. Nuestros labios se rozan,
apenas es un beso, pero ha sido suficiente para que una descarga me recorra
todo el cuerpo. Desde la cabeza a los pies.
Le quito el casco de las manos y me lo pongo. Después me
despido con mano y me doy la vuelta. Dedico ir caminando en lugar de coger un
taxi, necesito pensar. Pero alguien no está de acuerdo conmigo. Un coche se
detiene a mi lado y baja la ventanilla.
-¿Quiere que le lleve a su aeropuerto?
Dudo un poco, pero finalmente decido subir al asiento del
copiloto. Me quito el casco mientras el motor del coche arranca. Miro al
conductor de arriba a abajo y sonrío.
-Me alegra ver que te has quitado ese estúpido traje.
Esboza una sonrisa y me pregunta lo que sé que lleva
queriendo preguntarme desde que me encontró.
-¿Qué tal tu paseo?
-No ha estado mal – contesto, encogiéndome de hombros – Nos
ha seguido una marea de histéricas adolescentes al reconocer a Josh y hemos
tenido que huir por los tejados.
-¿No fue así como nos conocimos? - pregunta, al mismo tiempo
que una enorme sonrisa aparece en su cara.
Cierto. Estefi y yo paseábamos por la calle cuando un par de
chicos saltaron desde un tejado y cayeron sobre nosotras. Uno de ellos era
Juan, mi amigo de la infancia; el otro era un desconocido para mí. Pero dejó de
serlo aquel día.
-Jamás olvidaré la primera vez que me usaron de amortiguador
de caídas – comento con sarcasmo. - ¿Y que tal la fiesta?
-Todos han salido marcados. La desalojaron por nuestra culpa.
-¿En serio? - no debería de sorprenderme siendo quienes son.
-Eran dos contra uno y, aunque Juan sabe pegar y eso, le
estaban pegando una paliza cuando llegó Álex. Intentó ayudarlo pero su traje no
ayudaba demasiado. Si sumas eso a que lo odian, Álex ha sido el que peor ha
salido. Tuvimos que acompañarlo a su casa después. Cuando Estefi y yo llegamos
ya le habían partido la nariz y le habían hecho un corte en el antebrazo.
-¿Un corte? - noto como la histeria comienza a aparecer.
-Tranquila. Es superficial. Fue con una navaja que llevaba
Miguel.
-Me da igual que sea superficial. ¡Está herido y...!
-Y perfectamente en su casa. ¿Quieres relajarte?
Tomo aire con fuerza y espero a estar algo relajada para
seguir preguntando.
-¿Y los demás?
-Cuando llegamos, Rafa estaba casi inconsciente en el suelo.
Al parecer, el cetro de Juan no era de plástico como pensábamos. - no puedo
evitar reírme imaginándome a Juan golpeando a Rafa en la cabeza con el cetro de
rey - En fin, los dueños llamaron a los municipales y tuvimos que escabullirnos
por la puerta de atrás.
-¿Y Juan cómo está?
-¿Desde cuándo te preocupas por él?
-Desde siempre. - y es verdad. Incluso mientras estaba en
Barcelona le pedía a mi madre que lo llamara para ver cómo le iba.
-Sólo tiene un ojo morado. Y Miguel tiene la rodilla dislocada.
-Se lo tiene merecido.
-Como ya te dije, no iba a insultarte ni nada por el estilo
cuando ellos me interrumpieron.
-Lo sé – contesto.
Adrián detiene el coche en la puerta de mi bloque de pisos.
-No te bajes aún – susurra cuando pongo la mano junto al
tirador de la puerta. Como si pudiera electrocutarme, la alejo rápidamente. Él
sonríe a la vez que se gira y poder mirarme de frente – Lo quieres, ¿verdad?
Me quedo petrificada un momento, percatándome de que la
máscara de dureza y fuerza de Adrián comienza a resquebrajarse, dejando
entrever un rostro lleno de dolor y cansancio.
-No lo sé – confieso, bajando la mirada – Sé que llevo mucho
tiempo obsesionada con él. Pero de ahí a... Acabo de conocerlo, Adrián.
-¿Lo has besado?
-Eso no te interesa – levanto la mirada y me encuentro con
sus ojos.
-Eso es un sí. Te conozco.
No tiene sentido discutir con él ya que lo ha averiguado y no
hay quien me conozca mejor, por desgracia. Sin dirigirle una palabra más abro
la puerta y salgo de coche. Lo pillo por sorpresa, por lo que llego al portal
antes de que me alcance. Es todo el tiempo que me han dado su cinturón y la
puerta del coche. Me coge de un brazo y me arrincona contra la pared. Si no
fuera porque sé que ha cambiado, ahora mismo estaría muerta de miedo.
-Te quiero. Lo sabes, ¿verdad?
-¿Por qué te empeñas en complicarte la vida? Estamos bien.
Estefi sale con vosotros y somos amigos, Adrián. Vamos a dejarlo estar.
-¿Quieres saber por qué me complico la vida? - baja la mirada
un par de segundos, hacia el suelo. Después la levanta de nuevo - Porque me
equivoqué. No quería presionarte y una parte de mí se hartó. Por eso te dejé
por otra y... Desde ese día, la otra parte de mí, la que nunca dejó de
quererte, ha estado llorando en silencio. Porque era un chico al que le
encantaba vivir la vida al máximo sin importar qué ocurriera, cuáles fueran las
consecuencias. Cuando salté de aquel tejado no pude quitarte los ojos de
encima. Por primera vez pensé en lo que podría haber ocurrido por mi culpa.
Podría haberte hecho daño, haberte roto algo. Y yo también. Tú me diste una
razón para no seguir con mi actitud. Temía que si yo me hacía daño, también te
hiciera daño a ti. Sé que esto es muy cursi, pero es la verdad. - permanecemos
un momento en silencio, mirándonos a los ojos y comprobando quién los apartará
antes. Ninguno gana, así que continúa hablando - Ahora, si fuese una película,
me lanzaría y te besaría. Pero sabes que no soy así. Ya sabes lo que siento. El
próximo paso será tuyo, si quieres que lo haya.
Nos quedamos un momento en silencio. Incapaz de decir nada,
finalmente me acerco a él y le doy un suave beso en la mejilla.
-Buenas noches – susurro, intentando ocultar el dolor de mi
voz.
Levanta la cabeza y, por un instante, sus ojos se iluminan.
Me sonríe y se da la vuelta, de nuevo a
su coche. ¿Será ese leve beso en la mejilla un paso para él? No era un beso de
despedida, no era por cumplir. Ese beso estaba lleno de sentimientos.
No aparto la mirada del automóvil hasta que desaparece por la
esquina. Es entonces cuando entro en el bloque. Por suerte han arreglado el
ascensor. Cuando llego a mi planta, me doy cuenta de que hay alguien con una
maleta apoyado en mi puerta, durmiendo. Sonrío ante la estampa y me acerco. Se
ha quitado la camiseta sucia y, lo más importante, se ha peinado. La sacudo por
los hombros y, a pesar de mi delicadeza, se despierta con un sobresalto.
-¿Quieres dormir en una cama o prefieres el suelo?
Estefi sonríe y se pone de pie para dejarme abrir la puerta.
Yo entro, pero ella se queda en el rellano, como siempre, esperando a que le de
permiso para entrar.
-Venga. Tengo mucho que contarte.
aa Josh Y Ana ,I like jejejeje ,aa me gusto el cap y mas cuando saltaron del tejado jejejeje
ResponderEliminarun beso
Me alegra mucho que te haya gustado. Sí jajaaj
EliminarUn beso a ti también :)