sábado, 31 de agosto de 2013

Capítulo 28 - Josh

Abro la puerta del taxi y monto en la parte de atrás. Ana está sentada delante, en el asiento del copiloto.
-Hola – me saluda cuando entro, aunque noto que le tiembla un poco la voz.
-Hola – le devuelvo el saludo.
Durante el trayecto, ninguno de los dos dice nada. El taxi nos lleva a las afueras, y nos detiene en el aparcamiento del parque de atracciones, que abrirá dentro de dos horas. Ana se dispone a pagar, pero insisto en hacerlo yo. Esta vez, el que gana la discusión soy yo. Bajamos del coche y caminamos hacia una puerta trasera del edificio de entrada.
-¿Estás bien? - le pregunto, ya que apenas habla.
-Sí, he... tenido una noche algo rara.
No me lo quiere explicar ya que si no me habría contado ya que le ocurre. Así que no insisto. Entramos en una sala en la que hay unas tres personas. Dos de ellas vestidas con ropa normal y el tercero, un hombre mayor, con la ropa que llevan los encargados de las atracciones.
-Vaya, vaya. Hola Ana, pensaba que te habías olvidado de nosotros.
Ana se acerca y lo saluda con un abrazo.
-En absoluto, tío. Esto... he traído a un amigo para que conozca un poco el parque. Es de Estados Unidos y ha venido de viaje, no quería dejarlo sólo. ¿Hay algún problema en que hagamos el trabajo juntos?
El hombre me mira con atención de arriba a abajo, analizándome.
-Ana, sabes cuáles son las normas. Lo siento.
-Pero tío, sirve para esto. Le gustan mucho los niños y...
-Ana no puedo. Me costó mucho meterte a ti. Lo siento.
-Pero es sólo un día.
-Lo sé. Y si por mí fuer lo dejaría pasar; pero no quiero que se queje toda la plantilla.
-¿Me vas a hacer volver a la ciudad?
-Lo siento, Ana. Te pago el taxi si quieres.
-¡No! Yo..
Avanzo hacia ellos y me quito la gorra y las gafas de sol.
-Hola señor, soy Josh Hutcherson.
-Zacarías – dice mientras me estrecha la mano. - Lo siento hijo, pero...
-No sabe quién soy, ¿verdad? - ante su expresión de desconcierto continúo hablando – Soy actor. Ana ha pensado que sería divertido traerme para estar con los niños y enseñarles algo sobre actuar. Alentarlos y convencerlos de que el teatro es una actividad muy divertida para que haya actores mejor preparados en el futuro.  
-¿Actor?
-Sí, mírelo en Internet si quiere.
-¡Zacarías! - dice uno de los chicos que hay en la sala – Es cierto, es actor. Mira – le entrega su teléfono móvil y el tío de Ana mira algo en él.
-A mí me parece bien. - comenta la tercera persona, una chica rubia y bajita – No todos los días hay un famoso en el parque.
-Está bien. Os voy a traer unos trajes. Por la mañana, animaréis a los críos. Por la tarde, podrás quitarte el disfraz y hablarles de tu experiencia como actor y todo lo que quieras.
Asiento y Ana y yo lo seguimos por unos pasillos hasta una habitación llena de disfraces de dibujos animados. Ana se viste de una de las Supernenas, la del vestido verde. Yo, me decido por un traje de Bob Esponja. Ana comienza a reírse  cuando me ve salir del probador hasta llegar a un punto en el que tiene que echarse mano a los riñones.
-¡No te rías! A los niños les va a encantar – aseguro.
-Eso ni lo dudes – consigue decir entre risas.
Nos quitamos los trajes y salimos del edificio y paseamos por el parque. Ana me enseña las atracciones y me cuenta cuáles son las mejores para su gusto. Cuando llevamos un buen rato andando, paramos frente a una fuente y nos sentamos en uno de los bancos que hay cerca.
-¿Vas a decirme qué te pasa? - pregunto tras unos minutos de silencio.
-Nada – responde alargando la 'a', con lo que sé que está mintiendo.
-Mientes.
-Lo sé. Pero no voy a decírtelo.
-¿Por qué? ¿No confías en mí? ¿O es que es sobre mí? - de repente siento un nudo en el estómago.
-Son inseguridades, de las cuales nunca hablo. Tú no eres una excepción en ese caso.
-¿De qué no te sientes segura?
-Déjalo ya, Josh.
Comienzo a reírme. Una risa histérica y que sale sola, para liberar tensiones.
-Ana – me giro hacia ella, pero no me mira - ¿Tú me hablas de inseguridades? He venido aquí, por ti. ¿Y tú me hablas de inseguridades?
-Viniste porque estabas preocupado por mí.
-Sí, porque me importaba muchísimo hablar contigo cada día. Por eso me subí a un avión, sin hacer caso de todas las personas que me decían que estaba loco, para preguntarte por qué no me respondías a los mensajes.
-No tenías por qué haberte tomado tantas molestias – contesta levantándose del banco.
-¿Se puede saber qué te pasa? - la sujeto del brazo y me levanto también – Ayer estabas... bien y hoy...
-Te besé. Me besaste. -clava la mirada en el suelo y se ruboriza.
Inspiro con fuerza.
-¿Por eso es? ¿Porque te besé? ¿Porque me besaste?
-No sé lo que eso significa para ti, Josh. Llevo meses soñando con... historia fantásticas y ahora parece que se han hecho realidad. No quiero hacerme ilusiones para luego estrellarme.
-Vine hasta aquí. ¿De verdad crees que solo vengo a hacerte daño?
No puedo soportarlo más, así que me inclino y la beso. Primero, con ternura; después, la aprieto contra mí y ella me envuelve la cintura con los brazos, con fuerza. ¿Por qué me hace sentir tan inseguro? ¿Por qué siento como si esto estuviera mal? He estado con tantas chicas... y esta es la única que me hace sentir inseguro.
Nos separamos y recobro el aliento. Recuerdo todas mis charlas con Sam y con Liam. ‘Es sólo una amiga, no hay nada más’. ¿Es verdad? Sí, es una amiga. Pero pensar en algo más profundo me hace sentir inseguro. Y no comprendo la razón.
-Será mejor que nos preparemos.

Pasamos toda la mañana jugando con los niños, cada uno con su traje. Ana no deja de reír y abrazar a los críos. Parece feliz, más feliz de lo que jamás la he visto. A pesar de que es noviembre, el calor que pegan los trajes y todo lo que tengo que correr para alcanzar a los niños acaba haciéndome sudar como nunca. Así que cuando llega la hora de almorzar, nos quitamos corriendo los trajes. Ana tiene la cara roja y un halo de pelo desordenado. Aun así, está guapísima. Vamos al comedor de trabajadores. Hay un bufet libre, Ana se pide lasaña y yo macarrones.
-¿Listo para mostrarles quién eres?
-Temo la reacción – comento mientras pincho un buen puñado de macarrones. – No quiero que se abalancen sobre mí.
-No son tan malos – dice riendo.
-Son unos diablillos. ¿Cómo pueden ser tan difíciles de tratar? ¿Cuántos años tienen? ¿Cinco?
-De todas las edades.
-Son demasiado rápidos. Y demasiado traviesos.
-¿No te gustan los niños?
-Sí. Pero estos no.
Ana se ríe con ganas y yo me quedo embobado viéndola reír. Viéndola feliz.
-Pero si son adorables. Alejados de todos los problemas, sólo se preocupan por jugar. Ojalá fuera tan fácil para nosotros aislarnos del mundo de esa forma.
Decido no comentar nada y me guardo esa frase para reflexionar sobre ella más tarde. Cuando terminamos de comer vamos a cambiarnos de ropa. Esta vez no nos disfrazamos de personajes de dibujos infantiles, sino que nos vestimos con el uniforme del parque. Pantalones cortos verdes, camiseta blanca y gorra verde. Ana se recoge el pelo en una coleta y yo me quedo con mis gafas de sol.
Salimos a un pequeño parque en el que hay columpios y, al fondo, un pequeño cuadrado de cemento en el que los chicos ya están sentados, formando un coro y con la vista fija en una silla que hay en frente.
-Ahí te sientas tú, Josh – dice Ana empujándome hacia la silla.
Me giro y veo cómo se sienta al lado de los niños. Camino con decisión hacia la silla y me quito la gorra y las gafas de sol. Ninguno me reconoce.
-Hola – los saludo.
-Hola – gritan todos a coro.
-¿Alguien sabe quién soy?
Unos cuantos niegan con la cabeza.
-Está bien… - doy vueltas a mi cabeza, buscando algo con lo que puedan reconocerme y, finalmente, lo encuentro – Me llamo Josh. ¿Alguien ha visto la película de ‘Un puente hacia Terabithia’?
-¡Sí! – grita una niña pelirroja con dos trenzas. Otros se limitan a levantar la mano, pero muy pocos.
-El niño al que le encanta correr y se junta con la niña rubia, ¿sabéis quién es? – algunos asienten, la chica pelirroja lo hace más efusivamente que nadie – Ese soy yo. Bueno, cuando era más pequeño. Ahora he crecido mucho.
Abren mucho los ojos y uno de ellos se tapa la boca con las manos. No puedo evitar reír, y Ana tampoco.
-¿Y qué haces aquí? – pregunta la chica pelirroja.
-¿Cómo te llamas?
-Marina.
-Pues he venido aquí de viaje y vuestra monitora, Ana – la señalo y todos se giran para mirarla – me ha dicho que viniera a conoceros. También quiere que os hable un poco de mi trabajo. ¿A quién le gustaría hacer una película?
Todos levantan las manos y empiezan a gritar. Ana tarda unos cinco minutos en hacer que regrese el silencio.
-Creo que te resultará más fácil si hablas sólo con uno. Quiero decir, el mensaje llega a todos pero tú sólo te centras en uno de ellos – dice Ana una vez que se han callado.
Asiento y me fijo en un chico que hay sentado detrás, el más callado de todos.
-¿Cómo te llamas tú?
-Pablo – responde tímidamente.
-¿Te gustaría hacer una película, Pablo? – asiente con la cabeza – Pues no es difícil. Sólo tenéis que estudiar artes escénicas.
-Josh – Ana me hace gestos para llamar mi atención – vas muy rápido.
Los miro y por todos lados veo caras de aturdimiento.
-Está bien. Cuando seáis mayores, muchos querréis ser médicos, profesores, veterinarios… pero muy pocos querréis ser actores. Yo he venido para contaros que podéis empezar a hacer películas desde muy pequeños. Seguro que donde vivís hay escuelas para vosotros de teatro. En estas clases os enseñan a hacer películas, a perder la vergüenza… a muchas cosas. Y lo mejor es que os lo pasáis muy bien. ¿Me habéis entendido?
Todos asienten, pero ninguno grita, lo que hace que comience a dudar del efecto de mis palabras.
-Chicos, ¿quién quiere hacerle preguntas a Josh?
Algunos levantan la mano y empiezan a hacer preguntas como verdaderos periodistas, preguntándome cuál fue la primera película en la que participé, por qué me gusta ser actor; otros se limitan a preguntarme sobre mi color favorito, si tengo hermanos…
Cuando se quedan sin preguntas, lo que nos lleva cerca de dos horas, nos quedamos unos momentos en silencio. Me quedo mirando a Ana, que se queda pensativa unos minutos.
-¿Queréis que hagamos un juegos, chicos? – con esta pregunta, llama la atención de todos los niños – Vamos a hacer una película del parque, ¿vale? Vais a salir vosotros montados en las atracciones y diciendo que os parece el parque. También podéis decir qué queréis ser actores, ¿vale? Y podéis hablar de Josh. Y si él quiere, puede salir con vosotros en la película. ¿Qué os parece?

La alegría que se ha ido acumulando mientras Ana hablaba estalla en ese momento. Los niños se levantan, gritan, corren, saltan… El pequeño parque se parece a un pequeño zoo y, por fin, experimento aquello que Ana lleva observando todo el día. La alegría y la capacidad por olvidar de los niños pequeños.

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