Antes de que leáis el capítulo, quiero daros las gracias por haber seguido este blog. Con cada comentario me habéis sacado una amplia sonrisa y eso vale mucho para mí. Me ha encantado escribirlo y espero que os haya gustado.
¡¡GRACIAS!!
5 AÑOS DESPUÉS
-¡JOSH! ¡JOSH, POR FAVOR!
-¿QUÉ? ¿Qué pasa? - Pregunto irrumpiendo en el cuarto de
baño a toda velocidad.
Claudia está subida en el inodoro con los pantalones
amarillos del pijama y unas zapatillas con orejas de conejo. Cuando me ve
entrar grita aún más fuerte, apuntando hacia algo que hay en el suelo del baño.
-¡Mátala! ¡MÁTALA!
Empiezo a reírme y paso por encima de la araña hasta llegar
a la altura de Claudia. La cojo a cuestas y la saco del baño.
-No voy a matarla. No me ha hecho nada.
-¡Pero a mí sí!
Cuando llego a la cama caemos sobre ella. Claudia empieza a
reír, intentando quitarme de encima. Sí, sigue siendo la española loca de la
que me enamoré hace cuatro años.
Cuando volví de España, cambié. Un día, mis cientos de
seguidores en Twitter encontraron un nuevo seguidor: Josh Hutcherson. Las
preguntas comenzaron a tener respuestas.
Ahí llegó la primera llamada de Ana, en la que me contaba lo
revuelto que estaba Twitter desde que había decidido empezar a conocer a mis
fans. Le pedí un favor: que fuera mis ojos y mis oídos en el mundo de las
hutcher. Y así lo ha hecho durante cinco años. Ella y mi manager se han
compaginado para añadir a mi agenda alguna aparición pública. Además, fue una
excusa para mantener el contacto con mi nueva amiga española.
No fue hasta un año después, cuando paseaba por las
transitadas calles de Nueva York, cuando encontré una escuela de cine. Entré y
hablé con el director, quien me condujo a un aula para dar una clase a un grupo
de inexpertos actores. Y allí estaba yo, recordando al pequeño grupo de niños
del parque de atracciones, cuando una alocada chica entró por la puerta,
gritando, corriendo y disculpándose por llegar tarde. Cuando sus ojos y los
míos se encontraron, gritó aún más alto, y corrió hacia mí. Tuve que agarrarme
a la pared para no caer de espaldas cuando me golpeó en un abrazo.
Ese fue el principio. Poco a poco empezamos a salir juntos
para cenar, para ir al cine o simplemente para dar un paseo y enseñarle la
ciudad de Nueva York, como había hecho su hermana un año antes con su ciudad
natal.
Poco a poco nos conocimos más y, al final, sucedió. No fue
ella, sino yo, quien se lanzó en una lluviosa tarde de mayo. Nuestros labios se
juntaron inevitablemente y cual fue mi sorpresa al descubrir que encajaban
perfectamente. Al principio Claudia estaba asustada. El temor de la fama, los
celos de sus compañeros,... Después de lo que le había ocurrido a su hermana,
las dudas empezaron a atormentarla. Pero juntos, siempre, habíamos superado
todos los obstáculos.
Cuando Ana se enteró de que habíamos empezado a salir, me
cortó la llamada. Una hora más tarde volvió a sonar el teléfono y me pidió
hablar con Claudia. Fueron las dos horas más largas de mi vida. Claudia me
pidió que saliera del apartamento en el que ahora vivimos juntos y decidí
esperarla en la calle. Cuando al final salió, tenía los ojos enrojecidos. Me
devolvió el teléfono y solo dijo:
-Ana me ha pedido que me disculpe de su parte.
Los días siguieron pasando. Las llamadas con Ana se
retomaron, aunque nunca hablaba de la relación que mantenía con su hermana. Una
noche me propuse algo, y lo conseguí. La semana siguiente, cuando Ana me llamó,
le pasé el teléfono a Claudia y las obligué a hablar. Esto se repetía cada
semana y, aunque cada vez las conversaciones
eran más largas, sabía que eran los minutos más incómodos de la semana para
Claudia.
-Se me ha ocurrido un regalo para tu hermana - le digo a
Claudia levantándome de la cama. - ¿Sabes la cena que vamos a hacer dentro de
un mes para celebrar que hace dos años terminamos de granar Sinsajo?
-Sí - asiente Claudia, mirándome sin entender.
-Voy a llevar a Ana. ¿Qué te parece?
Su cara cambia tan rápido que temo una de nuestras
discusiones. Y algo me dice que, siendo hoy su cumpleaños, soy yo quien lleva
las de perder. Pero cuando habla, no puedo evitar sorprenderme.
-¿Con que vas a llevarte a mi hermana a conocer a sus ídolos
y a mí todavía no me has regalado nada?
Por supuesto, en España también ha habido cambios. Estefi y
Juan siguen juntos, inseparables. Ana y Adrián, por otro lado, rompieron. Cada
uno se fue a estudiar a una universidad. Al principio se veían pero, poco a
poco, dejaron de quererse. Cuando llegó el reencuentro, ambos se dieron cuenta
de que solo eran amigos. Y lo siguen siendo. Ambos, junto a Álex, han pasado el
último año de sus vidas viajando de un lugar a otro. Hace poco estaban en
Hawaii. Álex y Adrián regresaron a España, pero Ana sigue allí. Esperando quién
sabe qué.
-Por supuesto que te he hecho un regalito. - Digo caminando
hacia el escritorio y sacando de uno de los cajones lo que parece un enorme
libro - Toma.
Le entrego el paquete con el envoltorio amarillo y dejo que
se enzarce en una batalla contra el lazo que lo decora. Cuando consigue tener
el regalo entre sus manos, emite una exhalación de sorpresa. Pasa
frenéticamente las páginas, observando fotos y leyendo todo lo que he plasmado
en el papel. Cuando llega al final, lee la última frase en voz alta.
-Y aquí te dejo todo lo vivido, para que siempre lo recuerdes. Pase lo que pase. Your
Josh.
No duda dos segundos en acercarse a mí y abrazarme. Apoya su
cabeza sobre mi pecho y noto su cara tensarse al sonreír.
Quién sabe si esto será para siempre. Desde luego, el mundo
está lleno de sorpresas. Ahora mismo, puede que esté naciendo alguien que será
importante en un futuro. Tal vez, alguien cercano a nosotros está aprendiendo
de un error. Puede que un chico esté a punto de pedirle a otra persona que se
case con él. Tal vez, una chica, a kilómetros de distancia de donde estoy yo
ahora, se está enamorando de la persona que volverá a cambiar su vida...
Aunque claro, eso forma parte de otra historia.
-FIN-